La Cadena Ser en Cataluña adelantó ayer tarde el acuerdo entre el Fútbol Club Barcelona y Cesc Fábregas para que el actual mediocentro del Arsenal juegue a partir de la próxima temporada en el club catalán. Internet arde. Se suceden comentarios a la velocidad de la luz, algunos muy acertados y otros, en mi opinión, no tanto. Como no me apetece entrar en los que respecta al fichaje en terrenos ajenos a lo deportivo – la elevada cuantía del traspaso y la ilegalidad de negociar con el jugador antes que con el club propietario de éste – me centraré en si Cesc Fábregas tiene o no cabida en el equipo de Pep Guardiola.
Los buenos jugadores nunca están de más. Teniendo en cuenta que ese es uno de mis principales mandamientos futbolísticos, dejo claro mi posición a favor del fichaje de Fábregas. Los que opinan lo contrario sustentan su posición con la justificación de que en el Barça actual, Cesc, no tiene cabida. Craso error. Y no lo digo porque me parecería correcto que una vez que el jugador aterrice en el Camp Nou le quite el puesto a Xavi, a Iniesta o a cualquier otro centrocampista, no, sino porque difícilmente un equipo que debe luchar por todos los títulos posibles, puede conservar su once inicial durante los nueves meses que dura la competición. Las famosas rotaciones dejan de ser un capricho inicial del entrenador para convertirse en una necesidad. Que se lo digan a Pellegrini.
Veo a Cesc como sustituto natural de Xavi Hernández, brazalete incluido. El de Tarrasa el año que viene cumplirá 31 años, lo cual quiere decir que tenemos Xavi para tres o cuatro años a lo sumo; mientras que Cesc tiene 22 y un nivel de experiencia, gracias al valiente de Wenger, impropio de un jugador de esa edad. Si finalmente se concreta el fichaje para este verano, queda claro que tanto Xavi como Cesc compartirán vestuario y que, como viene pasando en la selección española, Xavi de momento está un peldaño por encima, por lo que no es descabellado que Cesc cambie el brazalete de capitán de los gunners por un puesto en el banquillo culé. De niño ya se fue a Londres pensando en el futuro, y seguro que vuelve a Barcelona pensando en que en un futuro no demasiado lejano formará una pareja inigualable junto a Andrés Iniesta.
Lo único que deseo es que, de concretarse, sea antes del Mundial de Sudáfrica, para no tener un nuevo caso Villa.
Los buenos jugadores nunca están de más. Teniendo en cuenta que ese es uno de mis principales mandamientos futbolísticos, dejo claro mi posición a favor del fichaje de Fábregas. Los que opinan lo contrario sustentan su posición con la justificación de que en el Barça actual, Cesc, no tiene cabida. Craso error. Y no lo digo porque me parecería correcto que una vez que el jugador aterrice en el Camp Nou le quite el puesto a Xavi, a Iniesta o a cualquier otro centrocampista, no, sino porque difícilmente un equipo que debe luchar por todos los títulos posibles, puede conservar su once inicial durante los nueves meses que dura la competición. Las famosas rotaciones dejan de ser un capricho inicial del entrenador para convertirse en una necesidad. Que se lo digan a Pellegrini.
Veo a Cesc como sustituto natural de Xavi Hernández, brazalete incluido. El de Tarrasa el año que viene cumplirá 31 años, lo cual quiere decir que tenemos Xavi para tres o cuatro años a lo sumo; mientras que Cesc tiene 22 y un nivel de experiencia, gracias al valiente de Wenger, impropio de un jugador de esa edad. Si finalmente se concreta el fichaje para este verano, queda claro que tanto Xavi como Cesc compartirán vestuario y que, como viene pasando en la selección española, Xavi de momento está un peldaño por encima, por lo que no es descabellado que Cesc cambie el brazalete de capitán de los gunners por un puesto en el banquillo culé. De niño ya se fue a Londres pensando en el futuro, y seguro que vuelve a Barcelona pensando en que en un futuro no demasiado lejano formará una pareja inigualable junto a Andrés Iniesta.
Lo único que deseo es que, de concretarse, sea antes del Mundial de Sudáfrica, para no tener un nuevo caso Villa.
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