Introducción – Lo fácil ahora es criticar el fichaje de Zlatan Ibrahimovic por el Fútbol Club Barcelona en el pasado verano. Fue un error, sí, pero eso lo sabemos ahora. La clave del estratosférico fichaje del delantero sueco tiene una raíz que conviene tener en cuenta: la falta de “feeling” entre Guardiola y Samuel Eto’o. Pep lo tenía claro nada más acabar la temporada, el delantero camerunés no debía seguir en la entidad blaugrana por un tema extradeportivo. Eto’o no quería recalar en cualquier club – algún sabiondo se pregunta ahora por qué no se hizo un trueque entre Villa y Eto’o – y tenía la sartén por el mango teniendo en cuenta que la temporada siguiente terminaba contrato, lo que a la postre devaluaría mucho su precio en el mercado. Con el entrenador insistiendo a la directiva que no quería al delantero en la plantilla, con Eto’o poniendo mil trabas a su salida y una oferta de trueque del Inter de Milán encima de la mesa, la junta directiva de Laporta no pudo hacer más que aceptar ésta.
Nudo – El rendimiento de Zlatan en el Barça ha sido nefasto. Su corta etapa es un cúmulo de despropósitos en el campo, falta de esfuerzo e incapacidad para adaptarse al estilo Barça. Será un buen delantero, de eso no hay duda, pero no es un delantero capacitado para jugar con el estilo tan marcado del club catalán. Ibrahimovic rompía el ritmo de juego del equipo, no ofrecía alternativas y se pasaba por el forro la primera línea de presión, tan importante en el equipo de Guardiola. Además de eso, su falta de humildad era un insulto. Nunca un cono fue tan soberbio. Ni tan caro. Si a eso le sumamos la exigencia del delantero a Guardiola por ser más protagonista dentro del equipo – claramente eclipsado por jugadores con mucho más nivel y compromiso – parece clara la postura de Guardiola respecto a la decisión de dejarle claro que sería el quinto delantero del equipo.
Desenlace – El cuento no podía acabar de otra forma. La venta de Zlatan Ibrahimovic al AC Milán no es sino una bendición. Un alivio para todos los culés que veíamos al sueco con capacidad de sobra para romper la armonía del vestuario. Huelga decir que el precio que pagó el conjunto rossonero es irrisorio, un regalo. Pero me temo que no había más opciones. Soy de los que piensan que las declaraciones de Ibra tras el partido del Trofeu Joan Gamper no son casuales, formaban parte de la estrategia que su vomitivo representante, Mino Raiola – una de esas bestias que envilecen y ensucian el noble deporte del fútbol -, comenzó poco después de terminar la temporada. Con declaraciones como “Guardiola saldrá antes que Ibrahimovic del Barça” o “Guardiola tiene que ir a hospital mental”, quería facilitar la salida del delantero. Y la estrategia les salió bien, no siempre ganan los buenos. Aunque está por ver que Ibrahimovic sea el beneficiado en esta historia: salir del Barça para recalar en el AC Milán es bajar varios peldaños, mientras tanto el filósofo – así llama el sueco de forma peyorativa a Guardiola, dejando claro la capacidad intelectual del personaje – sigue llenando de títulos las vitrinas en Ca’n Barça.
Desde aquí aplaudo a la actual directiva del Barça por desprenderse de ese tosco lastre, y también, cómo no, a la antigua directiva de Laporta, por fichar a David Villa, el mejor nueve que ficha el Fútbol Club Barcelona después de Ronaldo.
Nudo – El rendimiento de Zlatan en el Barça ha sido nefasto. Su corta etapa es un cúmulo de despropósitos en el campo, falta de esfuerzo e incapacidad para adaptarse al estilo Barça. Será un buen delantero, de eso no hay duda, pero no es un delantero capacitado para jugar con el estilo tan marcado del club catalán. Ibrahimovic rompía el ritmo de juego del equipo, no ofrecía alternativas y se pasaba por el forro la primera línea de presión, tan importante en el equipo de Guardiola. Además de eso, su falta de humildad era un insulto. Nunca un cono fue tan soberbio. Ni tan caro. Si a eso le sumamos la exigencia del delantero a Guardiola por ser más protagonista dentro del equipo – claramente eclipsado por jugadores con mucho más nivel y compromiso – parece clara la postura de Guardiola respecto a la decisión de dejarle claro que sería el quinto delantero del equipo.
Desenlace – El cuento no podía acabar de otra forma. La venta de Zlatan Ibrahimovic al AC Milán no es sino una bendición. Un alivio para todos los culés que veíamos al sueco con capacidad de sobra para romper la armonía del vestuario. Huelga decir que el precio que pagó el conjunto rossonero es irrisorio, un regalo. Pero me temo que no había más opciones. Soy de los que piensan que las declaraciones de Ibra tras el partido del Trofeu Joan Gamper no son casuales, formaban parte de la estrategia que su vomitivo representante, Mino Raiola – una de esas bestias que envilecen y ensucian el noble deporte del fútbol -, comenzó poco después de terminar la temporada. Con declaraciones como “Guardiola saldrá antes que Ibrahimovic del Barça” o “Guardiola tiene que ir a hospital mental”, quería facilitar la salida del delantero. Y la estrategia les salió bien, no siempre ganan los buenos. Aunque está por ver que Ibrahimovic sea el beneficiado en esta historia: salir del Barça para recalar en el AC Milán es bajar varios peldaños, mientras tanto el filósofo – así llama el sueco de forma peyorativa a Guardiola, dejando claro la capacidad intelectual del personaje – sigue llenando de títulos las vitrinas en Ca’n Barça.
Desde aquí aplaudo a la actual directiva del Barça por desprenderse de ese tosco lastre, y también, cómo no, a la antigua directiva de Laporta, por fichar a David Villa, el mejor nueve que ficha el Fútbol Club Barcelona después de Ronaldo.
3 comentarios:
"El filósofo" como insulto. En fin.
Yo no creo que la temporada de Ibra haya sido nefasta, los primeros 6 meses creo que rindió bastante bien para ser los primeros en el club, con goles y asistencias.
Otra cosa es la actitud, y ahí el que mejor lo sabe es Guardiola. Deportivamente yo no lo habría vendido pero está claro que era una bomba en el vestuario y que no se adaptó. Lo hemos regalado, eso es verdad, pero tenemos a Villa!!! :D
Joder, salís ganando con Villa!
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