Vagaba el Espanyol por los puestos de descenso cuando el invierno de 2008 estaba ya a la vuelta de la esquina. Ni Tintín Márquez ni Mané habían conseguido sacar al Espanyol del pozo. Y llegó Pochettino. Un hombre de la casa dispuesto a capitanear la remontada. Y lo hizo, afianzó al equipo en defensa y a base de unoceros salvó la categoría.
El año siguiente, la temporada 2009-2010 se presentaba muy bien. Nuevo estadio y nuevas ilusiones. Con las buenas sensaciones que había dejado el equipo en algún partido de la temporada anterior y un equipo, esta vez sí, desde el principio bajo los mandos del argentino. Pero pasó lo de Jarque y todo se fue al traste. Ningún grupo de personas, tampoco un equipo de fútbol, se recupera fácilmente de lo que le pasó a su compañero. Conforme la temporada avanzaba el equipo jugaba cada vez mejor en casa y empezó a ganar de forma más o menos continuada pero lejos de su flamante estadio de Cornellà-El Prat no rendía y todo eran derrotas y decepciones. Aún así se mantuvo en Primera sin demasiados problemas.
Esta temporada debía ser la de la consagración, la primera sin Tamudo y sin De la Peña (el cántabro está en la plantilla pero como si no). La temporada de la eclosión de la cantera blanquiazul y de la política de fichajes. Jugadores como Callejón, Javi Márquez, Osvaldo, Álvaro Vázquez, Víctor Ruíz, Duscher, Didac Vilà, Amat... más los buenos momentos de Luis García y Kameni están haciendo del Espanyol un equipo formidable. En plena lucha por la Europa League, los hombres de Mauricio están dando una lección de como ser competitivo sin necesidad de grandes desembolsos ni estrellas, estando muy por encima de equipos como el Sevilla o Atleti.
Si el Barça tiene a Guardiola, el Espanyol puede gritar a su vecino, muy orgulloso, que tiene a Pochettino.
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