Existen varias formas de perder y me da la sensación de que en esta jornada de Champions hemos visto un poco de todo.
Al Atleti cayó humillado en Stanford Bridge y Abel ya debe estar metiendo la foto de su mujer en una caja de cartón mientras vacía el escritorio de su despacho en el Vicente Calderón. Y es que no cabe en ninguna cabeza sensata el no destituir al toledano. Ya no por caer 4-0 contra el Chelsea, que puede pasar, una mala tarde la tiene cualquiera, sino por como está el equipo que ni sabe a qué juega ni tiene capacidad para sacar los partidos por destellos, tal y como se les supone a los grandes.
El Barça perdió de otra manera, dominando y a la contra. Medio dominó el partido, sin demasiada claridad, con un Rubin Kazan encerrado y muy bien posicionado en defensa, con velocidad para el contragolpe, suficiente para ganar a este Barça en el Camp Nou. El Barça todavía no está al ritmo del año pasado, quizás la autocomplacencia de saberse el mejor, quizás la baja forma de algunos jugadores que salen de lesiones como Iniesta o Márquez, quizás la baja forma de otros jugadores que no tienen demasiada excusa como Touré, Alves o Messi, quizás la falta de banquillo... El Barça no está a ritmo de triplete sino a ritmo de perder la tercera Intercontinental que disputa. En puntos, en victorias, en eficacia, está mejor que el año pasado, pero en juego, sigue a años-luz. Guardiola tiene trabajo.
Y el Madrid, el Madrid perdió de la peor manera. No tenía que hacer demasiado para ganar a un ex-Milan, y no lo hizo en la primera parte. Aún así se encontró con un regalo de ex-Dida a Raúl y un penalti no pitado de ex-Zambrotta a Benzema. Con correr un poco habrían goleado, pero no hacía falta. Y de repente, ex-Pirlo no supo muy bien que hacer con un balón a 30 metros de la portería, y como no le apetecía correr, chutó. Y a veces te sale bien, golazo. A partir de ahí, el ex-Milan fue un poco menos ex y un poco más Milan. Suficiente para ganar a este Madrid que todavía no sabe lo que hace, y que si va ganando partidos es más por demérito de los rivales que por méritos propios. Casillas lleva prácticamente un año muy por debajo de su nivel habitual y la defensa es un coladero. Si a eso le añades un centro del campo capaz de imponerse, a poco que corra el rival te superan. Al menos antes les quedaba el orgullo para remontar los partidos en el último minuto, ahora ni eso.
Al Atleti cayó humillado en Stanford Bridge y Abel ya debe estar metiendo la foto de su mujer en una caja de cartón mientras vacía el escritorio de su despacho en el Vicente Calderón. Y es que no cabe en ninguna cabeza sensata el no destituir al toledano. Ya no por caer 4-0 contra el Chelsea, que puede pasar, una mala tarde la tiene cualquiera, sino por como está el equipo que ni sabe a qué juega ni tiene capacidad para sacar los partidos por destellos, tal y como se les supone a los grandes.
El Barça perdió de otra manera, dominando y a la contra. Medio dominó el partido, sin demasiada claridad, con un Rubin Kazan encerrado y muy bien posicionado en defensa, con velocidad para el contragolpe, suficiente para ganar a este Barça en el Camp Nou. El Barça todavía no está al ritmo del año pasado, quizás la autocomplacencia de saberse el mejor, quizás la baja forma de algunos jugadores que salen de lesiones como Iniesta o Márquez, quizás la baja forma de otros jugadores que no tienen demasiada excusa como Touré, Alves o Messi, quizás la falta de banquillo... El Barça no está a ritmo de triplete sino a ritmo de perder la tercera Intercontinental que disputa. En puntos, en victorias, en eficacia, está mejor que el año pasado, pero en juego, sigue a años-luz. Guardiola tiene trabajo.
Y el Madrid, el Madrid perdió de la peor manera. No tenía que hacer demasiado para ganar a un ex-Milan, y no lo hizo en la primera parte. Aún así se encontró con un regalo de ex-Dida a Raúl y un penalti no pitado de ex-Zambrotta a Benzema. Con correr un poco habrían goleado, pero no hacía falta. Y de repente, ex-Pirlo no supo muy bien que hacer con un balón a 30 metros de la portería, y como no le apetecía correr, chutó. Y a veces te sale bien, golazo. A partir de ahí, el ex-Milan fue un poco menos ex y un poco más Milan. Suficiente para ganar a este Madrid que todavía no sabe lo que hace, y que si va ganando partidos es más por demérito de los rivales que por méritos propios. Casillas lleva prácticamente un año muy por debajo de su nivel habitual y la defensa es un coladero. Si a eso le añades un centro del campo capaz de imponerse, a poco que corra el rival te superan. Al menos antes les quedaba el orgullo para remontar los partidos en el último minuto, ahora ni eso.
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