Una consulta médica siempre es motivo de preocupación. Nunca es agradable ponerse en manos de otro ser humano para curar nuestras dolencias, pero hay situaciones en las que no queda más remedio. Por eso me siento en la fría silla de plástico delante de este viejo doctor que me mira por encima de sus gafas del tamaño de una bañera. El silencio cala en mis huesos, mientras el de la bata blanca repasa mi historial y toma apuntes en un cuadernillo lleno de anotaciones donde harían falta una legión de egiptólogos para descifrar.
- El foco de la infección es evidente – una nube de dudas puebla mi cabeza y su pausada forma de hablar no ayuda a dejar de preguntar una y otra vez cuál será el motivo de la patología que me trae de cabeza -: si usted dice no fumar, no probar ningún tipo de droga, insiste en tomar precauciones en sus relaciones sexuales, sólo queda una cosa: la prensa deportiva.
Suspiro mientras pongo una mano en mi frente: ¿cómo no me habré dado cuenta? Miro al doctor con la mirada de un cervatillo descubierto por Garzón: son ojos de incredulidad frente al futuro. Parece haber observado mi acongoje.
- No se preocupe, no es usted el primero – agarra con autoridad y firmeza el cuaderno de las receta, se coloca las gafas que le caían por el tobogán de su nariz y tras escribir hace patinar el cuadernillo hasta mi posición. Me parece haber leído un nombre en el centro de la receta pero dada la extrañeza miro de nuevo al doctor.
- Sí, ha leído usted bien: Enric González.
Soy un hombre nuevo. He dejado de leer editoriales con tufillo de fanatismo, fichajes de juganeo, opiniones partidistas y ahora sacio mi sed de lectura futbolística con el que mejor escribe sobre el tema: Enric González. Y es que Enric da una visión al mundo del fútbol de forma inteligente y en la medida de lo posible imparcial. Habla sobre algunas anécdotas de la historia del balompié – Historias del Calcio: algo apasionante – y sobre lo que rodea al espectáculo sin especular sobre el tema, dejando la prensa rosa para los especialistas: Ana Rosa Quintana y José Luís Carazo. Con este periodista, que ha sido corresponsal en Nueva York y Londres y es un apasionado del fútbol italiano – a mí también me resultó extraño -, se aprende sobre este deporte.
Enric predijo con antelación la victoria de la selección italiana en el último mundial, Alemania 2006. Quizás no sea una predicción para nombrarlo como el sucesor de Nostradamus, pero las explicaciones que dio sobre el tema me hicieron pensar. Citando de memoria Enric González comentó que un equipo se hace fuerte y se une cuando su entorno es de crispación hacia ese conjunto de jugadores. Para usar un ejemplo reciente: la selección Italiana se enfrentó a un clima hostil antes de su participación en el Mundial de Alemania parecido al que vivió la selección Española antes de disputar la Eurocopa de Austria y Suiza. El resultado de ambas participaciones es idéntico.
Hay quien puede pensar que son dos casualidades. Aunque desde un punto de vista global sí es cierto que ante una situación complicada en un territorio hostil la unión entre compañeros aumenta. ¿Y si comprobamos la situación desde el punto de vista contrario? Los elogios debilitan. Véase el final del Barça de Rijkaard o el Real Madrid galáctico como dos ejemplos claros.
El partido del sábado pasado de nuestra selección fue el más flojo desde que empezó la Eurocopa. Aunque Del Bosque diga lo contrario la Roja no jugó como nos tenía acostumbrados. ¿Será la lluvia de elogios? Esperemos que no.
PD: Mi terapia contra la infección ha dado sus frutos, la cosa va por buen camino. El doctor me ha rebajado la dosis y ahora me deja leer a John Carlin, Alfredo Relaño y Miguel Rico. De ahí no pases, me insiste. Por supuesto sobre los blogs de fútbol tengo barra libre. La libreta de Van Gaal y Bar Deportes cada ocho horas.
- El foco de la infección es evidente – una nube de dudas puebla mi cabeza y su pausada forma de hablar no ayuda a dejar de preguntar una y otra vez cuál será el motivo de la patología que me trae de cabeza -: si usted dice no fumar, no probar ningún tipo de droga, insiste en tomar precauciones en sus relaciones sexuales, sólo queda una cosa: la prensa deportiva.
Suspiro mientras pongo una mano en mi frente: ¿cómo no me habré dado cuenta? Miro al doctor con la mirada de un cervatillo descubierto por Garzón: son ojos de incredulidad frente al futuro. Parece haber observado mi acongoje.
- No se preocupe, no es usted el primero – agarra con autoridad y firmeza el cuaderno de las receta, se coloca las gafas que le caían por el tobogán de su nariz y tras escribir hace patinar el cuadernillo hasta mi posición. Me parece haber leído un nombre en el centro de la receta pero dada la extrañeza miro de nuevo al doctor.
- Sí, ha leído usted bien: Enric González.
Soy un hombre nuevo. He dejado de leer editoriales con tufillo de fanatismo, fichajes de juganeo, opiniones partidistas y ahora sacio mi sed de lectura futbolística con el que mejor escribe sobre el tema: Enric González. Y es que Enric da una visión al mundo del fútbol de forma inteligente y en la medida de lo posible imparcial. Habla sobre algunas anécdotas de la historia del balompié – Historias del Calcio: algo apasionante – y sobre lo que rodea al espectáculo sin especular sobre el tema, dejando la prensa rosa para los especialistas: Ana Rosa Quintana y José Luís Carazo. Con este periodista, que ha sido corresponsal en Nueva York y Londres y es un apasionado del fútbol italiano – a mí también me resultó extraño -, se aprende sobre este deporte.
Enric predijo con antelación la victoria de la selección italiana en el último mundial, Alemania 2006. Quizás no sea una predicción para nombrarlo como el sucesor de Nostradamus, pero las explicaciones que dio sobre el tema me hicieron pensar. Citando de memoria Enric González comentó que un equipo se hace fuerte y se une cuando su entorno es de crispación hacia ese conjunto de jugadores. Para usar un ejemplo reciente: la selección Italiana se enfrentó a un clima hostil antes de su participación en el Mundial de Alemania parecido al que vivió la selección Española antes de disputar la Eurocopa de Austria y Suiza. El resultado de ambas participaciones es idéntico.
Hay quien puede pensar que son dos casualidades. Aunque desde un punto de vista global sí es cierto que ante una situación complicada en un territorio hostil la unión entre compañeros aumenta. ¿Y si comprobamos la situación desde el punto de vista contrario? Los elogios debilitan. Véase el final del Barça de Rijkaard o el Real Madrid galáctico como dos ejemplos claros.
El partido del sábado pasado de nuestra selección fue el más flojo desde que empezó la Eurocopa. Aunque Del Bosque diga lo contrario la Roja no jugó como nos tenía acostumbrados. ¿Será la lluvia de elogios? Esperemos que no.
PD: Mi terapia contra la infección ha dado sus frutos, la cosa va por buen camino. El doctor me ha rebajado la dosis y ahora me deja leer a John Carlin, Alfredo Relaño y Miguel Rico. De ahí no pases, me insiste. Por supuesto sobre los blogs de fútbol tengo barra libre. La libreta de Van Gaal y Bar Deportes cada ocho horas.
2 comentarios:
Por cierto, le di un repaso a los enlaces de la página, eliminé y actualicé los que ya no existen aunque no me atreví con los que llevan tiempo inactivos.
Intenté cambiar también la configuración de la página para que el widget de sportyou no quede tan raro pero no fui capaz de conseguir una modificación decente, aparecían columnas extrañas y cosas así :P
A ver si me acuerdo este finde de pasarme por aquí y mirar de hacerle un par de mejores, dentro de mis posibilidades.
Creo que lo que le urge, bajo mi punto de vista, es un lavado de cara. La plantilla está quedando obsoleta. Podemos echar un ojo a ver qué encontramos por ahí.
Y ya por último prometo escribir más, jajajaj!
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