Sobre los futbolistas del Real Madrid se habla y escribe a diario. Sobre su directiva hay extensas tertulias, reportajes, artículos, que elogian y critican. Sobre su entrenador ya hemos hablado desde este blog innumerables ocasiones: sobre sus desplantes a la prensa, su prepotencia, estupidez y su primera liga en el primer año como entrenador ya hemos escrito. Pero, ¿qué hay de su afición?
Sobre la cantidad de espectador que llenan – este año en menor medida, pero no sólo el Estadio Santiago Bernabéu se ve afectado por la crisis – las espectaculares gradas azules del estadio de La Castellana, se suele cometer un error: generalizar. Siempre es malo. No todo el que va al Estadio Santiago Bernabéu es Ultra Sur, aunque sean éstos a los que más se escucha, por desgracia.
Ayer se volvió a repetir una imagen en el estadio del Real Madrid que particularmente me emociona. No la derrota del equipo blanco frente a un segunda B, sino la imagen de aficionados con su bufanda y bandera del Real Madrid de pie aplaudiendo a los jugadores del Real Unión de Irún una vez acabado el partido. Ya pasó con el eterno enemigo: aquel partido que Ronaldinho dio una exhibición de fútbol y al meter el tercer gol algunos seguidores del Real Madrid se levantaron a aplaudir al brasileño.
Les honra. En este mundo cargado de envidias, de odios, de venganzas y de violencia, un toque de señorío, de clase, se ve como un oasis en el desierto. Ahora soy yo quien se levanta a aplaudirles. Y a ver si el indigno entrenador Bernard Schuster y las demás aficiones del fútbol español, europeo y mundial aprenden del señorío del Bernabéu: a saber perder y a tener un poco de educación y respeto frente a quien se lo merece.
Sobre la cantidad de espectador que llenan – este año en menor medida, pero no sólo el Estadio Santiago Bernabéu se ve afectado por la crisis – las espectaculares gradas azules del estadio de La Castellana, se suele cometer un error: generalizar. Siempre es malo. No todo el que va al Estadio Santiago Bernabéu es Ultra Sur, aunque sean éstos a los que más se escucha, por desgracia.
Ayer se volvió a repetir una imagen en el estadio del Real Madrid que particularmente me emociona. No la derrota del equipo blanco frente a un segunda B, sino la imagen de aficionados con su bufanda y bandera del Real Madrid de pie aplaudiendo a los jugadores del Real Unión de Irún una vez acabado el partido. Ya pasó con el eterno enemigo: aquel partido que Ronaldinho dio una exhibición de fútbol y al meter el tercer gol algunos seguidores del Real Madrid se levantaron a aplaudir al brasileño.
Les honra. En este mundo cargado de envidias, de odios, de venganzas y de violencia, un toque de señorío, de clase, se ve como un oasis en el desierto. Ahora soy yo quien se levanta a aplaudirles. Y a ver si el indigno entrenador Bernard Schuster y las demás aficiones del fútbol español, europeo y mundial aprenden del señorío del Bernabéu: a saber perder y a tener un poco de educación y respeto frente a quien se lo merece.
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