lunes, 1 de septiembre de 2008

Robinho: caprichoso y llorón

Off topic: Nota mental sobre el naufragio azulgrana en Los Pajaritos: la precipitación en el pesimismo es tan grave como en la euforia.
Día 1 de septiembre, los futboleros dejamos de pensar en las posibles bajas y altas de nuestros equipos y nos calzamos la vestimenta de domingueros para asistir a una nueva temporada liguera. A las 00:00 horas se cierra el plazo de fichajes, que no se vuelve a abrir hasta diciembre, en el llamado mercado de invierno, y mientras algunos clubes ya tienen las plantillas cerradas otros apuran la frenada hasta los últimos metros.
Osé predecir que el culebrón del verano se escribiría con la clave CR7, pero no, el culebrón de verano, o más precisamente de finales de verano, es el de Robinho.

Algunos clamaban al cielo ante el continuo coqueteo que Cristiano Ronaldo, con un contrato millonario firmado con el ManU, llevaba con el Real Madrid: un tira y afloja que acabó en acusaciones entre un club y otro. Cristiano Ronaldo parecía haber creado un precedente: un jugador, con contrato millonario en vigor – insisto una vez más en esto – quiere jugar en otro equipo porque sí, porque le da por ahí (Pereza dixit). Tanto el Real Madrid como el Manchester United jugaron bien sus cartas. Desde la capital española se decía que como era oficialmente jugador del equipo inglés ellos no deberían meterse en ese tema salvo para pagar a su dueño y hacerse con los derechos del jugador luso. Desde Manchester enseñaban una y otra vez el contrato que baña en oro anualmente al 7 de Old Trafford como prueba de que era jugador de los diablos rojos y nada lo remediará.
Al final la cosa acabó como todo el mundo sabe.

Pero la onda expansiva de Cristiano Ronaldo parece que ha causado víctimas inesperadas. Primero Schuster – de eso ya hablamos – considera que no tiene plantilla para afrontar los tres títulos importantes. Segundo, el más grave, Robinho planta cara a su equipo y crea un precedente tremendamente peligroso para los clubs en el futuro. Los futbolistas caprichosos, como el brasileño en cuestión, se pasan por el forro un contrato que les une a una entidad y que ellos han firmado con una sonrisa en la boca. El Real Madrid dice que no vende a Robinho y está en su derecho, y Robinho dice que se quiere ir. Mientras tanto el Chelsea no paga lo que el Real Madrid quiere. Ante este galimatías aparece Robinho ante los medios rajando de la institución – debería besar todos y cada una de las marquesinas de la Castellana y sus alrededores en señal de agradecimiento por vestir esa camiseta -, diciendo que se quiere ir al Chelsea. El caprichoso brasileño – que yo recuerde todavía no ha hecho nada como para ser encumbrado como el crack mundial que parece creerse él – puede abrir la puerta a muchos jugadores que, endiosados y bañados en oro, quieren cambiar de aires omitiendo que tienen un contrato en vigor con el club que le paga. Por mero capricho. Los clubs, como casi siempre, son los que pierden: mientras se esfuerzan en fichar a los mejores con contratos que rozan el despropósito, éstos pueden bailar a su antojo según por dónde sopla el viento.

Me gusta la postura del Real Madrid, incluso la del Chelsea me parece correcta, aunque en el comunicado hecho por la directiva blanca culpe a estos últimos de tentar al brasileño. El Chelsea está en su derecho de querer fichar a Robinho y formalizar una oferta al Real Madrid, éste no tiene por qué vender a un jugador suyo si no quiere o no le parece bien la propuesta. Mientras tanto, el caprichoso brasileño crea un precedente peligroso para el futuro de los clubs y que la FIFA – espero con ansia la declaración de Blatter sobre el tema – debe tomar medidas al respecto para que pongan freno a los abusos de los millonarios caprichosos y llorones. Como Robinho.

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