En este país de envidia y rencores, es muy difícil ver al vencedor tender la mano al enemigo, pero haberlas haylas. El caso contrario aumenta todavía más la dificultad: el derrotado normalmente guarda en su corazón el odio al ganador y en su cabeza la aspiración de la venganza es lo prioritario – sólo recuerdo el Bernabéu como excepción, y ya dije que convendría a muchos tomar nota -. No creo que esto sea el típico comentario español generalizando sobre nuestro comportamiento, pues no son pocos los que ya han hablado sobre el tema. Me viene a la cabeza Don Antonio Machado, uno de los más grandes poetas de nuestra historia - ¿acaso su final no bastaría para confirmar cómo ha sido y es nuestro país? – quien en su poemario Campos de Castilla escribiera lo siguiente sobre España: “son tierras para el águila un trozo de planeta/ por donde cruza errante la sombra de Caín”
Ayer a la tarde estuve un rato entretenido viendo la actualidad futbolística en un programa del canal Veo Marca. Sobre el campeón de Copa del Rey y su victoria aplastante en el campo de Mestalla hablaron sólo un rato, poco tiempo, pues como todos sabrán lo que verdaderamente importa es la pitada al himno español. Los puntos de vista sobre el juego del equipo campeón eran muy parecidas: alabanzas a una temporada con muy pocos puntos criticables. Pero claro, como se puede uno imaginar siempre está el que en todos los programas y tertulias muestra esa falta de señorío que al parecer da audiencia. Llega un momento que creo sinceramente que en estos programas se elige a un crispador; alguien que, cumpliendo órdenes previas, calienta el cotarro desde un punto de vista fanático. Ayer tarde la papeleta de la parcialidad le tocó a un tipo con gafas, barba de tres días, no más de treinta años y cuyo nombre no recuerdo haber leído o escuchado nunca. Éste saltó entre alabanzas al juego del Barça sacando pecho y sentenciando: “esta temporada el Barça sólo se ha enfrentado con un equipo verdaderamente importante y complicado: el Chelsea, y sólo fue capaz de meterle un gol en dos partidos”. No especularemos si el tipo en cuestión es del Real Madrid, pues no hay nada más triste como humillar a tu propio equipo con la única finalidad de pormenorizar las victorias del equipo rival. Quizás sea hincha del Chelsea.
Imaginé por un momento que me encontraba en aquel plató frente al tipo en cuestión, preguntándole si conocía o había oído hablar del Síndrome de Stendhal. Seguramente me dijese que sí: no es difícil haber leído o escuchado alguna vez que el escritor francés tras una visita a la Basílica Santa Cruz de Florencia dijo encontrarse mal de tanta belleza: “me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme". Si se me permite el símil – o si me lo permite el periodista en cuestión – diré que los equipos que se enfrentan al conjunto de Pep Guardiola sufren un síntoma de consecuencias parecidas. Todos empiezan con ganas, con hambre, con ilusión, incluso con goles; pero cuando el conjunto azulgrana empieza a jugar como sólo ellos saben – quizás un punto criticable es que el Barça de Pep sólo sabe jugar de una manera, lo que en ocasiones complica algunos partidos – ahí es cuando vienen los mareos, las alucinaciones, la pájara, la angustia, el desánimo, la derrota… Y cuando ya el marcador parece algo irreversible teniendo en cuenta el juego desplegado, uno desea que el árbitro pite el final e irse para casa de una vez por todas.
No temo mostrarme parcial escribiendo esto y ponerme a la altura del periodista de Veo Marca, pues viendo la temporada del Barça queda claro que el mérito del equipo está por encima del demerito de todos los equipos que se han enfrentado al Barça y han perdido – una cifra abultadísima – o que han salido goleados – que no son pocos -. Volví a la realidad, el programa seguía y el periodista mostraba una sonrisa difícil de disimular: estaban hablando de Florentino Pérez.
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