Fue Pablo Picasso, malagueño universal con las manos manchadas de pintura, quien respondiendo a la eterna pregunta sobre qué era exactamente la inspiración dijo: “la inspiración existe, pero tiene que pillarte trabajando”. La teoría de Picasso sobre las musas – un término más literario y que en boca de Joan Manuel Serrat suena angelical – debió rondar por la cabeza de los equipos que ayer, en Stamdford Bridge, se jugaba el pase a la final de la Champions League que se disputará el próximo día 28 en Roma.
Pues así se pasaron los 96 minutos que duró el agónico partido.
Había quienes se esperaban un Chelsea más abierto y ofensivo: “juegan en casa” decían algunos ilusos, en cuyo grupo me incluyo. Al equipo blue le da igual dónde se juegue: su organización y estrategia se puede llevar a cabo desde cualquier escenario embarrado de la Guerra de Flandes hasta el mismísimo Coliseo romano, donde sólo irán en las vacaciones veraniegas. Llevan años creyéndose que el telón de la función lo bajan ellos a su libre albedrío, y ni a golpe de talonario se dan cuenta de que al fútbol no se juega con maquinaria para la destrucción de macro edificaciones sino con finos estilistas que deciden el partido, por ejemplo, con un zapatazo desde fuera del área después de mimar y acariciar el balón durante 180 minutos.
No está hecha la miel para la boca del burro. Eso mismo pensó Iniesta cuando se giró y vio cómo el balón se dirigía desde los pies de Messi, patinando sobre la hierba londinense, a una posición clara de tiro. Las musas le encontraron trabajando, rectifico: le encontraron jugando al fútbol que a eso se llega a la semifinal de la Champions. Cech mientras saltaba hacia su izquierda se lo olía; Ashley Cole ponía una de sus caras: lo más parecido a cuando pisas una mierda descalzo y te miras la planta del pie; Terry volvería a ver una final de Champions en la televisión panorámica de la taberna cercana a su casa; Drogba lloraba como perdedor por lo que no supo defender como futbolista, e Iniesta, humilde desde la cuna a la tumba, con sus botas manchadas de barro encontró la inspiración con el trabajo incansable de futbolista con el que nos tiene acostumbrados. Era el minuto 92 cuando Iniesta, Don Andrés, acabó de pintar su Guernika particular, donde por su trabajo y su mimo al balón recibió la recompensa merecida aupándole al Olimpo de los Dioses. Roma le espera, a Don Andrés y los suyos, para confirmar que los de Guardiola son més que un equip. Sin importar lo que pueda pasar en la capital italiana – ni en Valencia, ni en la Liga - éste de aquí se quita el sombrero sabiendo que los Dioses del fútbol han hecho justicia.
Nota del a. – siendo justos cabe decir que cuando un servidor había perdido toda esperanza, un fiel seguidor Guardioliano mentó a los Dioses para repartir esperanzas. Acertó, una vez más.
Gracias, Berni.
3 comentarios:
Partidazo... bueno, partidazo porque marcó Iniesta que si no... aún así, si he de ser objetivo, creo que el Chelsea mereció pasar esta eliminatoria. No por fútbol, donde creo que el Barça fue superior, pero sí por ocasiones y es que Valdés y Piqué han estado inmensos, y cuando no ha ayduado el árbitro. Creo que los aficionados del Chelsea deben considerar muy injusta esta eliminatoria y es que no siempre gana quien juega el fúbol de toque, muchas veces lo hace el de contraataque. Por suerte para nosotros y como premio a una temporada, esta vez ganó el Barça.
quiero ver el video de roberto hortoneda cuando marcó iniesta
Y yo!
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