De la novela de Juan Marsé – Un día volveré – me vale sólo el título, pues soy consciente de que cualquier comparación entre la nobleza de Jan Julivert y el poderío de Florentino Pérez traería consigo un muy merecido delito penal. La posible decisión – parece más que evidente – de la vuelta de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid no hace más que confirmar aquella fórmula conspirativa que daba vueltas por mi cabeza. Esa conspiración – no creo que sea la mejor forma de definirlo, conste – se basaba en la idea de que Pérez no se marchó del Real Madrid por una decisión personal, sino que su poder empresarial en el sector de la construcción – y por qué no decirlo: su perfil político – le sacó de la presidencia con los pies por delante. De la misma forma que en los años de bonanza en el palco del Bernabéu se rifaban los negocios millonarios, una vez consumado el galacticidio esos mismos negociantes recomendaban – por decirlo de la mejor forma posible – al dueño de ACS que huyera de la presidencia lo antes posible. Borrón y cuenta nueva, Presi, que usted ya ha hecho demasiado. Y nosotros ni le cuento.
Que sí, que es una conspiración lanzada al aire con argumentos posiblemente rebatibles, y que a estas alturas puedo pecar de ventajista. Aun así, de momento, no ha habido nada ni nadie que me haya quitado de la cabeza esa causa que acabó con la dimisión del inventor de la teoría de Zidanes y Pavones – he llegado a leer, sin creérmelo, que el deseado presidente vendría otra vez con la misma idea para mejorar la plantilla -. Lo que sí sería de malpensados – el mundo está lleno: no disimules – creer que en tiempos de crisis económicas, con la explosión tremenda de la burbuja inmobiliaria tan reciente, Florentino Pérez vuelve al Real Madrid para estar otra vez en la cresta de la ola y que la rifa de negocios vuelva al palco del Bernabéu. Sinceramente no lo creo. Si Florentino Pérez se presenta como candidato a la presidencia del Real Madrid es porque Ramón Calderón y compañía se lo han puesto realmente fácil. Si los últimos años del Florentinato fueron desastrosos – tres años consecutivos sin ganar un título – los de Calderón institucionalmente son insuperables. Y también porque el ego es como el estómago: es muy fácil ensancharlo pero muy difícil reducirlo.
De momento sabemos que los que, según mi conspiración, forzaron su salida, ayudan en la medida de lo posible facilitando su vuelta. Para ser presidente del Real Madrid, entre otras muchas cosas, se necesita un aval de 60 millones de euros. ¿Adivinan quién es el único candidato al que cogen el teléfono en los principales bancos del país? Como diría el “bueno” de Schuster – ex entrenador del Real Madrid y Gurú del fútbol: días antes del 2 a 6 decía que en la plantilla azulgrana había madriditis -: “no hace falta decir nada más”.
El Florentinato II sólo puede acabar de forma drástica: o bien cambian el nombre del estadio Bernabéu por el de Florentino Pérez o lo destierran a la Isla de Elba sin más entretenimiento que las Obras completas de Jorge Valdano.
1 comentario:
Opto por la segunda opción... segundas partes nunca fueron buenas y menos con un tío que dejó tras de sí un solar en el Madrid.
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