No fue para tanto - La palabra más utilizada en estos últimos cinco días en España ha sido Vendetta. Tendemos a italianizamos porque, hasta ayer, el fútbol italiano nos producía una envidia insana. Una especie de odio y temor fermentado en tantísimas fases finales europeas y mundiales. Hoy lunes es fácil hablar, todo el mundo será ventajista y cambiará la palabra Vendetta por una expresión más española: “ya te lo dije”. Visto en pasado el partido de ayer sólo tuvo un color, el color rojo: el del buen fútbol, el toque, el del mimo al balón y el de las jugadas que levantan a un país de la silla. Hoy lunes no nos parece tan crítica esa jugada en que el mejor portero del mundo, Iker Casillas, sacaba bajo palos con su pierna izquierda un remate a bocajarro de Camoranessi – sobre este jugador debo decir que nos brindó ayer uno de los mejores penaltis de los últimos años: dos pasos cortos, mirada gélida, golpeo suave de balón y el esférico donde no la pudo parar ni El Santo. El día después todo el país ve claro que aquel partido era nuestro de principio a fin; que la tanda de penaltis no fue tan crítica y que el fallo de Güiza no nos hizo temer lo peor. No nos parece que el penalti de Cesc sea uno de los momento más importante de la historia reciente de nuestra selección, más que nada porque, cuando rememoramos cada uno de los 120 minutos del partido de ayer, visto por el prisma del pasado, todo nos parece más suave, tranquilo y relajado cuando sabemos que España ya está en semifinales. Y lo que es mejor: España por fin pasó esa barrera psicológica y trágica de los cuartos de final. ¡Y lo que sufrimos! De ahí que haya que disfrutarlo.
Seamos realistas, pidamos lo imposible – Debería ser más prudente y respetar más a los contrarios, pero esta vez me da igual comerme mi propio vómito. Para prudencia ya está la de nuestros seleccionados: esas opiniones políticamente correctas que parecen ensayar los futbolistas. En mayo del 68 los jóvenes franceses buscaban la playa debajo de las baldosas de un país, Paris con mayoría, gobernada por un General que rescindía la libertad de sus ciudadanos. Escribían en paredes frases que pasaron a la historia y salían a la calle reclamando lo que para ellos, hasta la fecha, había sido imposible. 22 jugadores con la camiseta de España y cientos de miles de aficionados buscamos lo que, desde hace 40 años, es sólo una quimera, un sueño imposible en un país que a nivel nacional, siempre futbolísticamente hablando, es casi una obsesión. Pese a que la nueva derecha europea quiera minimizar los logros conseguidos por aquellos universitarios franceses ávidos de libertad, el resultado de aquella revuelta sacudió Europa y ya el viejo continente nunca volvió a ser el mismo. España ayer salió a la calle, rompió el maleficio y los malos augurios; los pesimistas a las once y pico de la noche festejaban el triunfo de España y daban rienda suelta a tantos nervios y malos presagios. España asusta a Europa, pero esta vez con fundamento, no sólo por especulaciones o nombres propios. Asusta como equipo, como estilo de juego, como selección que ayer derrotó a la campeona del mundo. Ahora ya tenemos que mirar alto, pensar en conseguir esa copa ansiada que tantas veces se ha reído de nosotros en la cara. Que el pesimismo se quede también en la barrera de cuartos de final. Seamos realistas, pidamos lo imposible.
1 comentario:
solo puedo quitarme el sombrero ante esta entrada...excelente, ya tedije ayer que esperaba ansioso leerla.
Ayer todos rebentamos de alegria...trasuna proroga donde se escuchaba, "siempre pasa lo mismo", casillas se lanzó a cambiar el destino, yo no se si este chico a viajado en el delorian y sabe hacia donde van a ir siempre los disparos...pero vamos, la pierna que sacó ante camoranesi, al puro estilo de portero de futbol sala, esa manera de sobrevolar en los penaltis.
Y por supuesto, ayer, sin duda,senna el mejor.Una barbaridad, es que no tengo palabras paradefinirlo.
Ahora viene rusia,y sinceramente, no les temo.
Ojalá lleguemos ante alemania a la final.
Saludos, y enhorabuena por la entrada, me ha parecido sublime.
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