martes, 21 de octubre de 2008

La histórica tolerancia con los intolerantes

Cuando ocurrió la más que nombrada guerra de la Independencia, desde Francia se originó una frase que pasó a la historia: no hay ejército más poderoso que un español enfadado y con trabuco. Aquellos cejijuntos de entonces se ganaron la fama degollando a mansalva. Con dos huevos. Hoy en día, esa honrada frase, que en boca de un francés llenó de babas el suelo de todo palacio, taberna y campos de trigo, tiene su nada honrosa actualización en este siglo: no hay nada más peligroso que la incultura española en un estadio de fútbol.
Entiendo que en el exterior la falta de respeto de la mayoría de hinchadas españolas con el contrario pueda sonar a sorpresa. En la España de Zapatero, pardiez, cuánta insolencia, qué incultura, cuánto racismo. Lo que no logro entender es que cualquier español que ha mamado el fútbol, o tiene un mínimo de conocimiento de cómo está el mundo del balompié en este país, se sorprenda que en los campos de fútbol haya mucho malnacido, desgraciado, inculto y delincuente. Y que esto traiga consecuencias.

Desde pequeño tengo un sentimiento especial por el Atlético de Madrid. Y por eso clamé al cielo cuando la UEFA quería utiliza al club del Manzanares como conejillo de Indias de la política anti racismo en los estadios por parte de la cúpula de Michael Plattini. Política necesaria, ojo. Pero aún así me pareció una tremenda injusticia que el club rojiblanco pagara los platos rotos de la hinchada racista y fascista del equipo contrario. La carga policial aún siendo tremendamente dura no me pareció innecesaria: aquellos energúmenos cargados de odio quedaron grabados por las cámaras del estadio tirando sillas arrancadas a los policías nacionales. Por la parte que le toca al Atlético de Madrid su deber en aquel momento está cumplido. No obstante la policía se acercó a los ultras del Marsella para arrancar una pancarta con un símbolo prohibido por la UEFA en la, necesaria como ya he dicho, nueva política de Plattini para erradicar el racismo y el fascismo de los estadios.

Pero, ¿es tan inocente el Atlético de Madrid como su entorno, presidente Cerezo incluido, nos quieren vender? Mi respuesta es clara: NO. Ni los dirigentes colchoneros, ni los azulgranas, ni los merengues, ni los clubs que han estado o están albergando bajo sus gloriosos escudos delincuentes que se mezclan con la hinchada y utilizan el fútbol como recurso de su violencia y delincuencia. No soporto ese victimismo por parte de ningún club de fútbol respecto a sanciones por albergar violentos en sus estadios. No cuando se protege incluso se paga a esos hinchas violentos para que animen a sus equipos. Pues todos sabemos que un club importante del fútbol español guardaba hasta hace poco los utensilios, del grupo radical que les ánima, en una habitación en las instalaciones del estadio. Utensilios que llevaban simbología nazi. También sabemos que la plantilla de otro equipo importante del fútbol español pagaba los abonos de la temporada a otro grupo de radicales con miembros que tienen antecedentes penales para que les siguiera por toda Europa y les animen desde las gradas de cualquier estadio. Clubes que proporcionan servicio a violentos y jugadores que pagan a violentos para que les vengan a animar y no les humillen e insulten cuando pierden.
Cuando llevan años poniéndose vendas en los ojos para no ver la realidad, o no quererla ver que es peor, lloran cuando hay cierres de estadios o multas millonarias. Y esto último no sólo va para el Atlético de Madrid, sino para cualquier club del fútbol español que tolera y subvenciona a los radicales. Que son la inmensa mayoría.

Y luego claro nos extraña que tengamos la fama que tenemos más allá de los Pirineos.

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