viernes, 13 de julio de 2007

Suerte conejo


Una de las reacciones más utilizadas y asquerosas que tiene el ser humano para salir de una encerrona es la maldad. Algo así como utilizar un recuros fácil para despistar y colgar la cuerda en el árbol contiguo.
Así fue como reaccionó Joan Laporta cuando los periodistas esta semana preguntaban por la salida por la puerta trasera del pibito. Jan, que es conocido por su sobriedad, su educación y sus buenas maneras, que ha participado en muy pocos escándalos estando en la primera línea de fuego como presidente del Fútbol Club Barcelona (la gente lo atacó mucho cuando organizó el despelote aquél en el aeroport del prat, seguramente por ser algo inusual hasta aquella fecha) perdió los nervios, dejó de lado esa sonriente cara de buena persona y de chico con estudios, para mandar recados a Saviola en forma de puñales y paquetes bomba.
Le acusó de no haber aportado ningún título al Barça, y es que entre otras cosas el pibito ha gozado de muy pocas oportunidades con la camiseta del Barça mientras Laporta ha sido presidente.
Ayer comentaba con un amigo, Perseo, que en el caso Laporta no lo sabemos todo, que es imposible que el Barça pueda desperdiciar de un jugador tan talentoso como es el delantero argentino. Puede ser que su contrato de la era Gaspart (el cual declinó una renovación de ese contrato) sea el causante de esa mala relación entre la directiva y el argentino (Brizuela, su ex representante, es una de las personas más odiadas en los despachos del Camp Nou, por sus rifirafes en cuanto a la negación de éste a acabar con un contrato que se salía de la filosofía económica adoptada por la junta directiva nueva) o bien puede ser que el apartado económico no tenga nada que ver con todo este lio, simplemente es que para la filosofía de juego de Frank Rijkaard y de Txiki Beguiristain no cabe un perfíl de delantero pequeño, ágil y rápido como el de Saviola. De todas formas, no sirve de nada intentar saber el porqué de todo este culebrón con final infeliz para la grada blaugrana, al fin y al cabo, el Real Madrid se ha llevado a un delantero de alto rendimiento con la carta de libertad bajo el brazo (además Saviola ha firmado un contrato salarial con el Madrid más bajo que el que tenía con el Barça).
El caso es que desde aquí, siendo barcelonista e intentando ser un poco más caballero con el pibito de lo que fue Laporta días atrás, me gustaría dar las gracias a Saviola por sudar la camiseta del Barça, por llegar a quererla, por ocupar un cacho de nuestro corazón blaugrana y desearle que allí lo traten más bien de lo que en la ciudad Condal lo hicieron.
Suerte Conejo.

2 comentarios:

Robert dijo...

Lo he comentado ya en varios sitios. Saviola nunca ha sido santo de mi devoción. Está claro, cuando vino era la estrella para contrarrestar a Zidane, pero yo era, soy y seré de aquel Kluivert maravilloso que compartía delantera con él. A mí Saviola nunca me ha parecido un megacrack así que no me parece mal que no se le renueve. Eso sí, me parece muy mal que se le ofrezca una renovación ridícula para que se vaya o que luego se digan esas cosas que se han dicho.

El Barça se ha ahorrado una ficha de 3'5 millones de € netos para el tercer delantero del equipo y además hace hueco a jugadores como Dos Santos y Bojan. A mí me parece perfecto que se vaya, y si lo hace al Madrid yo no le guardaré rencor como no se lo guardé a Laudrup cuando lo hizo (otra cosa fue Figo). Pero, sinceramente, creo que salen ganando todos: El Barça se libera de una pedazo de ficha de un jugador que no cuenta, Saviola se va a un grande y no abandona la Liga y el Madrid consigue gratis a un buen suplente de Van Nistelrooy.

Kerouac Riot dijo...

Es dificil rechazar una oferta de un club grande como el Madrid cuando no tienes equipo. Es dificil rechazar una oferta del Madrid cuando en tu ex club su directiva (parece ser) no te ha tratado de lo mejor. Pero en el otro lado de la balanza está el cariño y la idolatría de una afición que siempre lo ha estado apoyando y la probabilidad de que tuviera otras buenas ofertas de otros clubes. ¿Hacia donde se declina la balanza?