“Ferrán, pásame la pala que voy a empezar a cavar mi propia fosa”. Eso es exactamente lo mismo que debió decirle hace un año
Joan Laporta al vicepresidente del área económica del club.
Los primeros contras que para algunos afloraron ganadas las elecciones el 15 de junio del 2003 fueron tras varios eventos públicos, cuando el presidente dejó constancia de un arraigado patriotismo catalán ligado al mundo de la política nacionalista. Un gran sector reprocha al señor Laporta mezclar en exceso al club con su filosofía política.
La ruptura. Sandro Rosell, su mano derecha, dimite (de entre otros) evidenciando serias discrepancias entre la junta. Le tachan de antidemocrático de entre otras tantas cosas. El presidente se va ganando una fama preocupante dentro del entorno. Empiezan a definirle como una persona prepotente, déspota y arrogante.
Llegó su primer show cuando, en pleno aeropuerto, se baja los pantalones ante los miembros de seguridad del mismo. Escena pública totalmente impropia de un alto cargo de la cúpula azulgrana.
Llega la Champions de Saint Dennis y empezaría el declive deportivo de la entidad. A partir de ahí (a mi parecer) se le suben a las barbas. Se fracasa estrepitosamente y el presidente asegura aplicar de un modo más riguroso el Código interno para que, después de los rumores de descontrol total en el vestuario, recuperar la disciplina perdida.
Pero fue de mal a peor y llegó otro año horrible en el que su incondicional confianza en Rijkaard acabó por sentenciar a un equipo desmotivado, autocomplaciente y subido a la parra.
Entre y entre, desearía recordar su promesa de no vender el miniestadi… el miniestadi se pondrá a la venta para sufragar los costes de la remodelación del Campnou. No olvidemos tampoco el momento en que se recrudece la crisis de las categorías inferiores cuando el Barça B baja a tercera división. En el Palau también saborean el amargo sabor de la palabra crisis.
Laporta monta otro show en una quedada de peñas, se siente perseguido y muestra su faceta más agresiva y paranoica (¡¡al loro!!). Pero no acabarían aquí los eventos circenses de Jan. El Barça se juega el pase a la final de la Champions. Joan Laporta vuelve a liarla, esta vez cagándose en los difuntos del árbitro desde el palco de Old Trafford. Gesticulando de manera violenta y totalmente fuera de sí el presidente da una imagen deprimente, digna de vergüenza ajena y vuelvo a repetir, impropia de un presidente del Barça.
El Barcelona pasa una de las temporadas más vergonzantes de su historia. Queda tercero en liga, hace el pasillo de campeón al Madrid en una fiesta-goleada en el Bernabeu.
Pero lo peor es la imagen de los últimos 10 partidos. Los jugadores sin ganas, hundidos, pasotas, “lesionados”. Eto’o y Deco se borran del clásico. Contra el Mallorca sufren una remontada en el Noucamp y cuando Deco es sustituido se marcha a su casa antes de terminar el partido haciendo declaraciones como “si todos lo hacen, ¿porqué no voy a hacerlo yo?”, algo totalmente significativo, espejo de la disciplina que existe en el vestuario.
Termina la temporada y Laporta, que tiene que dar la cara ante los medios, decide solo conceder la entrevista en el Canal 33, canal autonómico catalán. Su primera cagada incomprensible, rizar el rizo que está a punto de romperse. ¿En la entrevista? Se presenta un hombre muy tocado, victimista, defendiéndose de la forma que menos esperaba, jugando sus cartas sin cabeza, sin sabiduría… sorprendente.
Anuncia su apuesta arriesgada, Pep Guardiola. Un sector del barcelonismo explota ante la falta de experiencia del mister.
Pero, y ya con el voto de censura sobrevolando Can Barça, es cuando el presidente se limita a dejarse caer en caída libre. Empiezan los fichajes a golpe de talonario y las ventas a precio de saldo. Una pesadilla para todos los que lo presenciamos desde fuera.
Anuncian públicamente que no cuentan ni con Deco, ni con Ronie, ni con Eto’o. El precio de los tres jugadores vuelve a bajar. Error de lo inadmisible.
Se vende a Deco por 10 míseros millones cuando deslumbra de nuevo su calidad por Europa. Por contrapartida Villa vale el doble, Arshavin más de lo mismo, Silva por el mismo camino… y aquí los más tontos son los blaugranas. Aun queda la venta de Ronie y Eto’o (de éste último se rumorea que lo ofrecen a la Juventus por Abuelo-Trezeguet más dinero, de auténtica demencia descerebrada).
No olvidemos la venta de Giovani Dos por seis millones. Aquí se regalan hasta las jóvenes promesas. Salvemos las diferencias pero que alguien se acerque a pedir precio al ManU por Nani o al Liverpool por Babel.
Zambrotta, también traspasado al Milán, se pagó por él catorce millones y ha salido del Barcelona hacia Milán por la cuantía de nueve millones de euros. Martin Cáceres ha costado 16,5…
Por último, se conocen rumores de que el propio club fue llamando casa por casa de algunos socios para saber si, de presentarse Sandro Rosell a unas hipotéticas elecciones, su voto iría destinado al mismo.
Mucho me temo que pese a todo no prosperará el voto de censura y que Joan Laporta terminará su mandato pero me temo y me decepciona presenciar lo mal que ha llegado a jugar sus cartas uno de los presidentes que escribió en oro su nombre en la historia del club.