No me gusta criticar a ningún club de fútbol, soy de los que piensan que el fútbol tiene que ser un aliciente en la vida del cual sacar cosas positivas y evitar las negativas: hay que alegrarse cuando tu equipo gana y olvidar pronto la derrota de tu equipo pensando que hay cosas más importante en esta vida. Con esta filosofía intento tomarme este deporte-espectáculo que llena un trozo bastante importante de mi vida, y la de muchos. Es por eso que, como comentaba al principio, no me gusta criticar a ningún club, ni mucho menos enfadarme por este tema. Si en alguna ocasión necesito desahogarme tengo una diana fácil que me lo pone a huevo a diario: la patética prensa deportiva de este país.
Pero me voy a permitir hacer una excepción y sin que sirva de precedente, e intentando no faltar el respeto a ningún aficionado del Real Madrid, criticaré la filosofía del equipo blanco. O más concretamente: un trazo de su filosofía.
El domingo, entre las aficiones del Real Madrid que esperaban la victoria de su equipo en el Santiago Bernabéu y la afición culé que esperaba la derrota de éstos para reducir la ventaja de seis puntos a tres, estaban dos chavales que veían el fútbol desde la grada entre nervios y envidia de sus compañeros: De la Red y Granero. Seguramente sean dos de los cinco mejores jugadores del equipo getafense, dos jóvenes que alimentan un medio del campo con una mezcla de sacrificio y talento admirable, y que el domingo, por culpa de una de las más vergonzosas cláusulas que existen en el fútbol actual, no pudieron jugar junto a sus compañeros en el coliseo blanco. Dicha cláusula impide a los jugadores descartados de la primera plantilla del Real Madrid o de su filial el Castilla enfrentarse a estos equipos cuando son traspasados o cedidos a otros equipos. Lamentable. Lo siento pero es que no veo ningún adjetivo para describirlo. Es como el perro del hortelano, que ni come las hortalizas de su huerto ni deja a nadie que se acerque a éstas.
Todo empezó cuando aquel Mónaco de Giuly pasó por encima en una eliminatoria de Champions League al Real Madrid galáctico de Florentino, con un Morientes espectacular que propició la victoria del equipo del principado. Entonces Florentino Fernández lo vio claro: no quiero que más ex jugadores me saquen los colores de esta manera, y si algún equipo quiere un jugador del Real Madrid va a tener que firmar una cláusula que le impida jugar contra nosotros. Cuando el presidente galáctico abandonó la presidencia del Real Madrid y dio paso al siguiente presidente elegido por los socios merengues, Ramón Calderón, éste siguió utilizando la misma dichosa cláusula. Cláusula que es cuanto menos evitable, más si estamos hablando de un club señor, histórico y ganador como es el del Real Madrid, el cual nada tiene que temer a cualquier otra plantilla del fútbol español. Por eso jugadores como Negredo o los propios De la Red y Granero, dejan de ser futbolistas como mínimo dos veces al año y se convierten en espectadores y víctimas de una cláusula injusta que no debería ser firmada por ningún club de fútbol. Cláusula lamentable e indigna, repito, de un club como es el Real Madrid.
Pero me voy a permitir hacer una excepción y sin que sirva de precedente, e intentando no faltar el respeto a ningún aficionado del Real Madrid, criticaré la filosofía del equipo blanco. O más concretamente: un trazo de su filosofía.
El domingo, entre las aficiones del Real Madrid que esperaban la victoria de su equipo en el Santiago Bernabéu y la afición culé que esperaba la derrota de éstos para reducir la ventaja de seis puntos a tres, estaban dos chavales que veían el fútbol desde la grada entre nervios y envidia de sus compañeros: De la Red y Granero. Seguramente sean dos de los cinco mejores jugadores del equipo getafense, dos jóvenes que alimentan un medio del campo con una mezcla de sacrificio y talento admirable, y que el domingo, por culpa de una de las más vergonzosas cláusulas que existen en el fútbol actual, no pudieron jugar junto a sus compañeros en el coliseo blanco. Dicha cláusula impide a los jugadores descartados de la primera plantilla del Real Madrid o de su filial el Castilla enfrentarse a estos equipos cuando son traspasados o cedidos a otros equipos. Lamentable. Lo siento pero es que no veo ningún adjetivo para describirlo. Es como el perro del hortelano, que ni come las hortalizas de su huerto ni deja a nadie que se acerque a éstas.
Todo empezó cuando aquel Mónaco de Giuly pasó por encima en una eliminatoria de Champions League al Real Madrid galáctico de Florentino, con un Morientes espectacular que propició la victoria del equipo del principado. Entonces Florentino Fernández lo vio claro: no quiero que más ex jugadores me saquen los colores de esta manera, y si algún equipo quiere un jugador del Real Madrid va a tener que firmar una cláusula que le impida jugar contra nosotros. Cuando el presidente galáctico abandonó la presidencia del Real Madrid y dio paso al siguiente presidente elegido por los socios merengues, Ramón Calderón, éste siguió utilizando la misma dichosa cláusula. Cláusula que es cuanto menos evitable, más si estamos hablando de un club señor, histórico y ganador como es el del Real Madrid, el cual nada tiene que temer a cualquier otra plantilla del fútbol español. Por eso jugadores como Negredo o los propios De la Red y Granero, dejan de ser futbolistas como mínimo dos veces al año y se convierten en espectadores y víctimas de una cláusula injusta que no debería ser firmada por ningún club de fútbol. Cláusula lamentable e indigna, repito, de un club como es el Real Madrid.
1 comentario:
Soy de los que piensan que esta cláusula es vergonzosa y también abogo por no usarla jamás.
Por otro lado nadie "obliga" a Getafe ni a Almería ni a ningún otro club a firmarla, seguramente, así les sale más barato el jugador puesto que pagando X dinero podrían disponer de él para los partidos contra el Madrid, así pues, podría decirse que ese jugador les sale, en verano, X dinero más barato por no jugar dos partidos al año.
También hay que decir que el Madrid no es el único equipo que aplica esta cláusula (aunque sí el más vistoso, probablemente porque su cantera es más prolífica que otras, al menos en cuanto a cedidos). El Sevilla, por ejemplo, la ha utilizado este año con Cobeño (portero del Almería) y si rebuscamos más seguro que encontramos que casi todos los equipos la han añadido en el contrato de cesión de sus jugadores.
Una pena que su uso se haya generalizado en toda la Liga. Un cláusula realmente cobarde.
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